Capítulo aparte

La Florida

Caminando por Colonia, por la mañana, nos atrajo un restaurant, con vista al río, en un lugar alejado y tranquilo. (para los que conocen: “del lado de acá del fuerte”). Inmediatamente pensamos: “Y si volvemos a almorzar?”. Dicho y hecho.

Ahí estuvimos los tres, a las 13 en punto, con ansias de probar los platos de ese lugar tan hermoso.

Ni bien nos sentamos empezamos a sentir la experiencia gastronómica en carne propia. Más que maravilloso el ambiente, más que maravillosa la vista.

Los platos exquisitos. 

Yo elegí un atún blanco, a la parrilla que venía acompañado de una ensalada que estaba condimentada a la perfección, con un toque dulzón. Verdes, cherry y uvas. Nunca se me hubiera ocurrido esa combinación, que resultó magnífica.

El pescado también estaba sazonado muy bien.

Ferchu (marido) pidió un curry de pollo que estaba acompañado de vegetales y era realmente muy gustoso. 

Y Lolo degustó muy felizmente el pan francés, recién sacado del horno.

Cuando íbamos a pedir el postre, nos permitimos la sugerencia de la mujer del cocinero. “Prueben las peras al vino” nos dijo. Un postre que jamás hubiera pedido por mi cuenta, y que, menos mal, nos atrevimos a seguir la recomendación. 

El gusto del vino era muy sutil, además tenía una salsa de maracuyá que le daba el toque especial que se coronaba con helado de chocolate casero y almendras tostadas fileteadas.

Lo anecdótico es que cuando investigamos (después de haber comido) descubrimos que el lugar está catalogado como uno de los mejores de la ciudad, ja. Y nosotros de casualidad lo descubrimos.

El destino.

Acá las fotos